Acogida del proceso sinodal

PROPUESTAS DE TRABAJO

PROPUESTAS Y CAMINOS

La sinodalidad no es un fin en sí misma, sino que apunta a la misión que Cristo ha confiado a su Iglesia (DF 32). Al valorizar todos los carismas, vocaciones y ministerios del Pueblo de Dios, permite a todos anunciar el evangelio y ser sacramento visible (LG 9) de la fraternidad y unidad en Cristo querida por Dios.  (DF 32). Misión y sinodalidad están íntimamente ligados.

La sinodalidad no devalúa la autoridad y la tarea específica que Cristo confía a los pastores. Este don está vinculado al sacramento del orden, que configura a quienes lo reciben con Cristo Cabeza, Pastor y siervo y les pone al servicio del Pueblo Santo de Dios.

 Pero sí ofrece “el marco interpretativo más adecuado para comprender el propio ministerio jerárquico.” (DF 33)

Supone un acto autorizado de recepción del Concilio Vaticano II “que prolonga su inspiración y relanza su fuerza profética para el mundo de hoy” y “puesta en práctica de lo que el Concilio enseñó sobre la Iglesia como Misterio y Pueblo De Dios” (DF 5).