El subsecretario del Sínodo de los obispos desgranó los principales aspectos del proceso sinodal en las jornadas de la Comisión para los Laicos, Familia y Vida de la CEE
El subsecretario del Sínodo de los obispos, el español Luis Marín de San Martín, recordó a todos los que mantienen una posición crítica con el proceso sinodal abierto por el Papa Francisco que la sinodalidad «no es una moda vacía y pasajera», sino «la respuesta de Dios para el tercer milenio», un «evento del Espíritu» que va a exigir una respuesta del pueblo de Dios y provocar la renovación de la Iglesia.
En el marco de las jornadas que la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida ha celebrado el pasado fin de semana en Madrid, el agustino español afirmó que se trata de «una dimensión estructural y esencial de la Iglesia» y que está en su naturaleza y misión.
Sobre esta base, Marín abordó algunos elementos clave del proceso sinodal. La imagen de la Iglesia como un poliedro, la comunión, la escucha, el papel de los laicos, la importancia de la dimensión orante o las consecuencias que el proceso puede tener para la reforma de la Iglesia son algunos de ellos.
En primer lugar, constató que en la Iglesia cuesta «vivir la comunión», pues todavía pervive «la intolerancia entre grupos que incluso se denigran». «Y luego rezamos el padrenuestro. Claro que hay gente distinta y con distinto pensamiento, pero no rompamos nunca la comunión en la Iglesia», añadió.
La importancia de la escucha
Por otra parte, defendió la importancia de escuchar a todo el pueblo de Dios, desde el Papa hasta el último bautizado. «El discernimiento no es solo de una élite. Lo que afecta a todos debe ser tratado por todos, pues todos están implicados, aunque no de igual manera», subrayó.
En este sentido, animó a hacer una consulta verdadera y a no engañarse cumpliendo el expediente: «No podemos engañar al Espíritu ni bloquearlo. Es una responsabilidad muy seria. Si no participo, frustro la acción del Espíritu en el pueblo y es algo muy serio».
Por ello, defendió que la consulta sea lo más amplia posible, que se abra a todos los cristianos sin importar la confesión y a todos los que quieran participar, aun si no son creyentes o dicen cosas que no gustan. «Si no escuchamos sus insultos no se puede discernir la voz del Espíritu. En Chile han quemado templos, insultan a los sacerdotes. El Espíritu habla», continuó.
Con todo, dijo que la escucha debe ser, además, efectiva, pues tiene que llegar a conclusiones: «Tendremos que cambiar y tomar decisiones».
El papel de los laicos
Por otra parte, defendió el papel de los laicos en la misión de la Iglesia y recordó que «lo básico no es el sacramento del orden sacerdotal, sino el del bautismo». Y, por tanto, «todos estamos llamados a testificar a Cristo en medio del mundo». Eso sí, advirtió ante la tentación «de clericalizar al laico» o de considerar a unos laicos por encima de otros.
También puso el foco en la importancia de la dimensión orante en todo el proceso. En su opinión, «no se puede discernir sin un ambiente de oración». Y añadió: «No vamos a discutir, vamos a escuchar y a discernir en el Espíritu Santo con actitud de servicio. No estamos ante una cuestión política, sino ante una realidad de Iglesia».
Finalmente, entre otras cuestiones, reflexionó sobre el papel del sínodo en la reforma de la Iglesia, para afirmar que «nos puede ayudar a volver a la forma primitiva de la Iglesia y a hacerla mejor». «Se trata de volver a Cristo. La sinodalidad hace referencia a la esencia de la Iglesia porque nos hace más auténticos. Esta es la verdadera reforma», concluyó.
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