ENTREVISTA / El responsable de la fase diocesana del Sínodo valora que «por primera vez en la historia de la Iglesia se hace una consulta a todo el Pueblo de Dios», y apuesta por llegar a los alejados y a los jóvenes
El pasado mes de septiembre, al poco de darse a conocer los materiales preparados por la Secretaría del Sínodo, el sacerdote Antonio Ávila tomó las riendas del equipo de coordinación de la fase diocesana, del que también forman parte los miembros de la Comisión de Evangelización; los delegados de Laicos, Familia y Vida, María Bazal y José Barceló, la directora del Secretariado de Apostolado Seglar, Susana Arregui, y un representante de la Juventud Obrera Católica (JOC), Adrián Cervera. «Nos ha pillado el toro a las diócesis. Vamos justos», reconoce a Alfa y Omega, mientras anima a todos a participar en la consulta que se prolongará hasta finales de invierno.
A alguien que no sabe qué es el Sínodo, ¿cómo se lo explicaría?
Hay que distinguir tres cosas: la sinodalidad, el Sínodo 2021-2023 y la consulta para el Sínodo. La sinodalidad es un desarrollo del Concilio Vaticano II, particularmente del capítulo segundo de Lumen gentium en el que se describe a la Iglesia como el Pueblo de Dios que camina hacia la casa del Padre por medio del mundo. Es necesario que haya cauces para caminar juntos, de participación para la comunión y para desarrollar la tarea fundamental de la Iglesia que es la evangelización, el anuncio.
Si la Lumen gentium responde a la pregunta «Iglesia, ¿qué dices de ti misma?», el Sínodo hace una toma de conciencia de hasta dónde hemos llegado en ese caminar juntos para potenciar precisamente la sinodalidad. Esa es la intención del Papa Francisco. Y como el movimiento se demuestra andando, para tomar el pulso, por primera vez en la historia de la Iglesia se hace una consulta a todo el Pueblo de Dios. Es un hecho histórico.
¿Cómo se articula la consulta?
La consulta no es una votación ni un plebiscito, sino que es un proceso de discernimiento a la escucha del Espíritu, igual que fue Pentecostés. En primer lugar, el Papa pide que la consulta sea lo más amplia posible, tanto que debe ir más allá de los mismos bautizados, abriéndonos a la escucha de los alejados, de los no creyentes, de los que confiesan otros credos… También hemos de estar abiertos a los excluidos, los marginados, y atentos a la voz de los niños y de los jóvenes, que son el futuro de la Iglesia.
En segundo lugar, que sea lo más veraz posible, sin colocar filtros, porque lo que queremos escuchar es la verdad, no lo que nos gustaría oír, como remarca Francisco. Y en tercer lugar, ha de desarrollarse sin interrumpir la marcha normal de las diócesis, de las parroquias, de los grupos, de los movimientos y congregaciones.
Noticia del semanario Alfa y Omega 25-11-2021